martes, 20 de noviembre de 2012

REFLEXIONES AL PARTIR



Era noviembre del 2010. Temprano por la mañana comencé a limpiar los restos de la noche anterior; Fiesta de despedida y  grandes recuerdos. Dejaba la casa donde había vivido durante los últimos cinco años en mi primera experiencia al abandonar el confortable nido familiar. Dejaba atrás Mi casa, Mi jardín y Mi huerta, Mi tablero de dibujo y mis libros favoritos...Mis cosas. Algunas fueron a parar a cajas que hasta el día de hoy están repartidas por varios lugares. Otra cosas fueron regaladas y otras tuvieron menos suerte y fueron a parar a la calle donde alguna persona viendo algo de interés se las llevaron alejándolas por siempre de mi. Como un reptil abandona su piel vieja, fui dejando atrás cosas que no iba a necesitar. Maravillosa experiencia de desapego que hasta el día de hoy siento como algo fundamental para mi vida.

Iba a comenzar un largo viaje y no podía precisar por cuánto tiempo. Si sabía que no podía llevar muchas cosas encima y así fue. Me quede solo con lo imprescindible y lo metí en dos mochilas, e incluso con el tiempo descubrí que llevaba muchas cosas inservibles. Aparentemente esto mismo pensó otro samaritano (no tan santo) y se llevo una mochila con varias cosas que, como todo lo anterior, dejaron de ser mías. Me quede solo con lo imprescindible, pocas, muy pocas cosas.

Recuerdo que sentía mucho miedo,...mucho. Pero era un miedo que no paraliza. En realidad no era miedo. Era como una agitación interna y profunda que uno desconoce hacia donde  y como nos  llevaran. Pero me sentía tan feliz y pleno de vida, simplemente porque estaba eligiendo por mi mismo que hacer de mi vida. No había ningún mandato familiar , social ni económico detrás...tan solo vivir guiado por la intuición y el deseo de viajar.

Así abrí la puerta de mi casa y la cerré por última vez. Pasaron 3 años y a veces extraño entrar a mi casa; a veces extraño mucho el aroma de un cálido hogar. Pero la vida me enseño a descubrir (y disfrutar) un hogar en cada persona que conocía.  Deje  "el mí y lo mío" para disfrutar de  "lo tuyo y lo nuestro". Dormí en casa de familia y amigos, en hostels, hospedajes humildes, hoteles y hasta habitaciones de dudosa actividades; dormí en casas de campesinos, estudiantes, comerciantes y trabajadores; dormí en templos, iglesias, terminales, y escuelas; dormí en carpa a la vera del camino, en la playa, en la montaña, en la selva y en el desierto; dormí apaciblemente balanceándome en una hamaca, o bajo el abrazo del Padre Sol o admirando el cielo estrellado y luminoso por las noches junto a mi amada Luna. A veces recordaba cuando de chico me preguntaba ¿cómo vivían los antiguos hombres nómades? ¿así habrán sido?

Recorrí América conociendo increíbles lugares y personas; recolecte muchos amigos y hermanos, y cuento con el patrimonio invaluable y soberano de abrazos llenos de amor y alegría. Volví con ganas de salir de nuevo, trabaje, estudie, aprendí, comprendí, agradecí, extrañe y continúe el  viaje por  América, la tierra que tanto amo. Pero el océano no es límite para un soñador, solo es un desafío...y el camino sigue tras él. 

En diciembre del 2012, más específicamente el 12-12-12, entre tantas profecías y eventos  que se dice pasaran, uno de ellas será que este humilde peregrino saldrá nuevamente de viaje, esta vez hacia Asia. Ahora será "Asia de Pie".  No sé por cuanto tiempo, aunque debo admitir que extraño un poco la quietud; quizás sean los años que pasan factura. 

Una mamita-guía me dijo hace poco: "que la peregrinación exterior culmine en la peregrinación interior" (gracias fabucha!!!) En eso estoy y ahí voy caminando. Quién sabe, quizás al terminar el viaje, me doy cuenta que apenas estoy empezando.

 Cuenca, Ecuador. Junio 2012
Foto. Victoria Ondarza